lunes, 7 de febrero de 2011

Quien siembra vientos recoge tempestades






El joven tunecino Mohamed Boazizi se inmola después de que la policía incautase el carrito de verduras con el que se ganaba la vida e Internet comienza a arder con él. Parece demasiado sencillo -desgraciadamente-, pero el hartazgo y la desesperación de la población árabe del norte de África, pisoteada por años de dictaduras y miseria, no ha necesitado nada más complejo ni premeditado para estallar.

Túnez gritó “democracia” y al poderoso Ben Ali no le quedó otra que empaquetar su oro y despotismo y salir corriendo. La revolución del jazmín ha sido el ejemplo o el pretexto o el sabio consejo o la fuerza o quizás simplemente la hora y el minuto exactos que tenían que llegar tarde o temprano.

Como una ola imparable, Egipto, Yemen, Argelia o Jordania plantan cara a sus regímenes dictatoriales, a las enormes desigualdades sociales que desfilan ante sus narices, a la corrupción y a la pobreza que ha terminado por arrancarles de cuajo el miedo. Ya no hablamos de religión y eso sugiere caminar con pies de plomo; cualquier forma de radicalismo mama de las inseguridades y las aprovecha para mostrarse a los ciudadanos como el único colchón en el que aterrizar.

Sin embargo, los verdaderos protagonistas que se están encargando de escribir un nuevo capítulo en la Historia no tienen nada que ver con los que dieron la bienvenida a dictadores y otros déspotas. Éstos son mayoritariamente jóvenes con algún estudio, que tienen consciencia de cómo funciona el resto del mundo, que se atreven a reclamar lo que se le ha negado a sus pueblos durante tantos años y que han sabido encontrar en la Red un acelerante muy eficaz.

Las informaciones y las ganas de cambio se suceden y propagan a una velocidad que nos cuesta asimilar. El miedo al contagio ya ha llevado a reaccionar a los vecinos del valle del Nilo y a sus dirigentes, que rápidamente han apostado por alguna que otra medida de prevención. Mientras tanto, Occidente opina y tiembla tímidamente ante una transformación en el panorama geopolítico que se presenta tan incierta como inminente.



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