lunes, 28 de marzo de 2011

Los hombres mordedores

El tono desaforado y chillón con el que –sobre todo desde las televisiones- se aborda las informaciones, no es más que la exageración de aquella máxima periodística que reza: no es noticia que un perro muerda a una persona, sí que un ser humano muerda a un perro. Aunque estemos siendo testigos de lo contrario, hay una tendencia alarmante a buscar o inventarnos ´hombres mordedores´.

A pesar del tono mesurado del canal 24H, la propia corresponsal de TVE en Tokio ha sido criticada por el acento alarmista de sus primeras crónicas sobre el desastre. Y si eso ocurre en la televisión pública, podemos imaginarnos qué no pasará con las privadas.  Las televisiones parecen olvidar que su misión es mostrar y explicar, no exagerar… Con motivo de otro tsunami devastador (el que azotó en 2004 a Indonesia y otras islas asiáticas) no hubo más que emitir los videos domésticos grabados por los turistas para que se despertara una ola de solidaridad en todo el mundo como pocas veces se ha conocido. Pero de entonces para acá, sobre todo con la llegada de las TDT,  se ha desatado una carrera por ver quién es más llamativo o catastrofista e intentar así que las crónicas de uno sean más atractivas que las de la competencia.

Todo esto no es más que la consecuencia lógica de lo que ya ocurre en el interior. Cuando vemos que la mitad de un informativo son sucesos; cuando vemos las prácticas tan poco ortodoxas que parecen haberse utilizado para “arrancar” las declaraciones de la mujer de Santiago del Valle… todo es posible. Para captar como sea la atención se observa una tendencia a ´hacer ruido´ de la que ya no se libran ni los deportes, donde los montajes psicodélicos son más importantes que la propia información.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Periodismo del siglo XXI


La regulación de la profesión periodística es un objetivo que viene de lejos y que no tiene una respuesta única. Se mezclan intereses gremiales con una necesidad objetiva de regular de algún modo un derecho reconocido por la propia Constitución, la “Libertad de expresión”.

Primera cuestión: ¿Cualquiera puede ser periodista? Internet nos demuestra un día sí y otro también que así es. Pero, incluso para copiar los cables que alguien ha hecho llegar a Wikileaks, se necesita criterio, algún tipo de habilidad que alguien debe sancionar. No se puede poner en peligro la seguridad de nadie en aras del derecho a expresarse. De la misma manera, en la selva que se ha convertido Internet no todo vale. Se salvarán los que demuestren rigor, objetividad y solvencia avalada por los lectores que además son internautas.

Otra cosa es cómo se establece el acceso a la profesión periodística. ¿Basta con el título que otorga una Universidad? Parece claro que no aunque así se esté haciendo. Esta es una profesión vocacional y no porque María Patiño asegure que lo es… es más periodista que Francisco Umbral que nunca estudió en una Escuela de Periodismo.
Nadie puede saber de todo. Se dice a menudo que el especialista en cuestiones generales es un experto en nada… Sí parece lógico, por tanto, que se pudiera acceder a la carrera a través de un segundo ciclo específico después de haber hecho una especialidad en economía, derecho o historia (de hecho así se están incorporando a la profesión muchos profesionales de otras ramas que llegan a las escuelas de Periodismo creadas por algunos medios).

Y segunda cuestión. También las empresas periodísticas precisan de una normativa que evite los abusos por lo que algún tipo de “Estatuto profesional” sería necesario para la defensa laboral y profesional de quienes manejan algo tan delicado como la información. Defensa ante los patronos y ante el poder.


Foto: misapisportuscookies.com