martes, 18 de enero de 2011

Palomares, donde “todo se debía haber hecho a su debido tiempo”


Al menos así lo considera Joaquín Rico, un pescador de mariscos residente en la pequeña pedanía de Cuevas del Almanzora (Almería) y que, todavía hoy, se pregunta que desenlace tendrá el accidente que estremeció a Palomares en plena Guerra Fría.

El 17 de enero de 1966 un choque entre dos aviones de la Fuerza Aérea estadounidense que sobrevolaban esta localidad dejó caer en tierra y mar cuatro bombas atómicas. Apenas un par de meses más tarde, Manuel Fraga intentó templar la intranquilidad que este incidente sembró entre los vecinos de Palomares dándose un chapuzón en la playa almeriense para demostrar que ni había riesgo, ni había contaminación. Lo cierto es que 45 años más tarde sabemos que el ex ministro se bañó en aguas contaminadas, que en Palomares existe un grave problema medioambiental y que sus habitantes presentan niveles elevados de plutonio en sus organismos.

Como Joaquín Rico, el resto de vecinos convive con una inseguridad de la que nunca fueron responsables. Ya tuvieron que peleare para conseguir una prórroga cuando, 20 años después del accidente, se encontraron con que se extinguía el periodo de reclamaciones y el derecho a reconocimientos médicos; y a día de hoy, cuando ya nadie duda de la magnitud del desastre, se hacen oídos sordos y el ‘qué pasará’ continúa en el aire.

A su debido tiempo o no, es preciso que el Gobierno de los Estados Unidos asuma la responsabilidad que le lleva tocando 45 años: Indemnizar a las víctimas reales del accidente, los habitantes de la pedanía, financiar las labores de limpieza y llevarse a casa el “marrón” atómico. Sin embargo, ante este panorama, EE.UU se lava las manos, ellos ya se llevaron suelo contaminado en su día.

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